Capítulo 47: el lazo prohibido

El silencio tras la batalla era engañoso. El refugio había quedado reducido a cenizas, y sin embargo, yo aún podía escuchar los ecos de los aullidos, los gritos de guerra, el crujir de huesos. Adrian me sujetaba fuerte contra su pecho, como si temiera que pudiera desaparecer entre las sombras que...

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