Capítulo 54: la sombra de la sangre

El amanecer no trajo calma, sino un escalofrío. Aunque el cielo se tiñó de tonos dorados, yo sentía dentro de mí la huella de Kael, como un veneno enroscado entre mis venas. Cada latido era un recordatorio de sus palabras: “Cada vez que invoques el vínculo, me harás más fuerte”.

Adrian vigilaba e...

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