Capítulo 55: el eco de las sombras

El amanecer se filtraba por la entrada de la cueva, pero la luz no traía paz. Sentía mi cuerpo pesado, como si la batalla de la noche anterior hubiera dejado cicatrices invisibles. Mis manos aún temblaban, y aunque intenté esconderlo, Adrian lo notó.

—¿Otra vez las sombras? —preguntó, su voz grav...

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