Capítulo 56: las marcas del abismo

El amanecer no trajo alivio. El templo en ruinas estaba en silencio, pero el aire se sentía denso, como si miles de ojos invisibles nos observaran desde cada sombra. Intenté levantarme, pero un dolor punzante me recorrió los brazos y me obligó a mirar.

Me quedé sin aliento.

Allí, en mi piel, se d...

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