Capitulo 57: el filo de la oscuridad

El amanecer no se parecía en nada a lo que imaginaba. No fue un cielo claro ni un alivio de la noche anterior, sino una neblina espesa que cubría las ruinas como si el bosque hubiera decidido devorarlas. El aire olía a ceniza y hierro oxidado.

Intenté moverme, pero el ardor en mis brazos me oblig...

Inicia sesión y continúa leyendo