Capítulo 68: la grieta en la luna

El aire olía a ceniza y hierro, a bosque muerto y a guerra. Mi pecho ardía con cada inhalación, como si todavía tuviera brasas en lugar de sangre. Adrian y Severin seguían a mi lado, dos fuerzas opuestas tirando de mí, dos caminos que podían salvarme o condenarme.

Pero no había tiempo para decidi...

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