28. Dile a Emery

Cerberus

—No es gracioso —murmuró Reiss, pero su risa no tuvo efecto en mi trasero que no paraba de reír.

Me cubrí la boca y traté de recuperar el aliento—. ¡Dije que quería una distracción, no un chiste!

—Te dije que no me creerías.

Dejando de reír, arrastré mis piernas hasta un sofá rojo c...

Inicia sesión y continúa leyendo