50. La llamada

Cindy

—Voy a llevarme esto— dije mientras me levantaba. Antonio abrió otra bolsa.

—¿Es Reiss?

—Sí, ¿cómo...?

Él sonrió. Puse los ojos en blanco. —Estoy prácticamente cautiva, por si lo olvidaste. ¡Ni siquiera debería estar aquí!

—Técnicamente eres una rehén— afirmó. Una bolita de queso fue ...

Inicia sesión y continúa leyendo