CAPÍTULO 41 - Dos milagros

DÍAS DESPUÉS.

En un despacho privado, escondido detrás de paredes insonorizadas y protegidas por sistemas de seguridad imposibles de vulnerar, Maximiliano Moretti observaba un tablero digital con rostros iluminados por luces rojas. Cada uno representaba a los leales de Amara. Cada rostro era un obj...

Inicia sesión y continúa leyendo