Capítulo 371

La habitación resonaba con fuertes estruendos.

Sebastián, como una bestia enjaulada, con los ojos inyectados en sangre, rompía todo lo que podía agarrar.

Recogió su teléfono destrozado una vez más, intentando armarlo de nuevo.

Nada.

Cristina no le había enviado un mensaje.

La última chispa de e...

Inicia sesión y continúa leyendo