Capítulo 420

Se escucharon pasos acercándose.

Sebastián yacía en la cama, su pierna herida inmóvil. Se apoyó la cabeza con una mano, irradiando un encanto seductor.

La puerta se abrió.

Cristina, luciendo frenética y empapada en sudor, se quedó congelada al ver la escena en la habitación.

Esto era seducción.

...

Inicia sesión y continúa leyendo