Capítulo 26

Alan me soltó entonces, aún sujetándome con fuerza, aunque sentía su cuerpo relajarse contra el mío. El momento fue de silencio, solo nuestra respiración. La mía áspera y rápida, la suya profunda y lenta. Me acarició la espalda en silencio, frotándome como a un caballo, pero no me importó. Lo necesi...

Inicia sesión y continúa leyendo