Sesenta y uno: un beso accidental

Nathaniel tenía su coche aparcado en una esquina cercana, así que cuando escucharon el estruendo de nuevo, apresuraron el paso, sus manos entrelazadas sin que ninguno de los dos se diera cuenta.

Al llegar al vehículo en sombras, Nathaniel sacó las llaves de su bolsillo, su respiración aún agitada. ...

Inicia sesión y continúa leyendo