Sesenta y dos: un Nathaniel muy descarado

—Hombre, no puedo creer que nuestra casa se haya inundado —dijo Amir, con la voz sonando adormilada.

—¿Qué crees que pasó? —preguntó Gabriel mientras miraba hacia los demás. Estaban en camino a un nuevo lugar en un autobús que Chloe no podía creer que realmente tuvieran en su garaje. Le parecía muy...

Inicia sesión y continúa leyendo