181. ¡Es hora de moverse!

Alana

Así fue, ese fue el final.

Tenía una mirada triste en mi rostro mientras los sirvientes colocaban el equipaje con mis pertenencias personales y las de mi hija en la carroza, que iba a llevar conmigo en el viaje a la ciudad de oro. Mi hija siempre estaba en mis brazos, y yo siempre la protegí...

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