CAPÍTULO 1
Era una noche fría, y Charlie se subió a su coche y condujo hacia la casa de Nina, que estaba en las afueras de la ciudad. A medida que se acercaba, pudo ver el tenue resplandor de la luz del porche brillando a través de la oscuridad. Se detuvo en la acera y estacionó su coche, asegurándose de apagar los faros para no alertar a Nina de su presencia.
Respiró hondo y salió del coche, el aire frío le provocó escalofríos. La noche estaba tranquila, salvo por el sonido de los grillos cantando a lo lejos. Charlie caminó hasta la puerta principal y se quedó allí un momento, sin saber qué hacer a continuación.
Sabía que Nina siempre había tenido dificultades para distinguirlo de su hermano gemelo idéntico, así que decidió usar eso a su favor. Respiró hondo y aclaró su garganta, imitando la voz de Ralph lo mejor que pudo.
—Nina, soy yo, Ralph. ¿Puedo entrar?
Charlie escuchó pasos viniendo desde dentro de la casa, y no pudo evitar sentirse un poco nervioso. ¿Y si Nina se daba cuenta de que no era Ralph? Pero apartó ese pensamiento y esperó pacientemente a que ella abriera la puerta.
Después de unos momentos, la puerta se abrió y Nina apareció, frotándose los ojos somnolienta.
—Ralph, ¿qué haces aquí? —preguntó, con voz adormilada.
Charlie forzó una sonrisa y entró.
—No podía dormir y solo quería verte —dijo, aún imitando la voz de Ralph lo mejor que pudo, mientras caminaba hacia la sala de estar.
Nina cerró la puerta y fue a sentarse en uno de los sofás. Tan pronto como se sentó, Charlie se acercó para sentarse a su lado, poniendo sus brazos alrededor de su cuello, con los ojos fijos en la pantalla del televisor, como si lo que se mostraba captara su atención.
Había estado esperando este momento durante mucho tiempo para vengarse de Ralph, y ahora que estaba aquí, estaba decidido a aprovecharlo al máximo.
Hace solo unos días, Ralph había sido nombrado director general de la mayor de las empresas familiares, JFlier Group, por el señor Thompson Jaden, su padre, convirtiendo a Ralph en el CEO de la compañía.
Ralph estaba eufórico y se sentía honrado de que su padre lo hubiera elegido para dirigir la empresa. Pero Charlie no estaba nada contento con eso. Siempre había sentido que su padre favorecía a Ralph sobre él, y esto era solo otro ejemplo de ello. Charlie creía que era tan capaz como Ralph y que debería haber tenido la oportunidad de dirigir la empresa.
El hecho de que su padre le entregara la mayor de las empresas familiares a Ralph fue un trago amargo para Charlie. Era como una confirmación de que él era la oveja negra de la familia, a pesar de sus numerosos intentos por complacer a su padre.
Había abandonado varias universidades y más tarde logró graduarse con un diploma ordinario, pero para el señor Thompson, esto no era suficiente. Ralph, por otro lado, se había graduado como el mejor estudiante de una de las universidades más prestigiosas de la ciudad.
Hace solo unos días, Charlie había hecho sus maletas para irse de la casa familiar. Su enojo era palpable, y su partida de la casa triplicó su sentimiento de resentimiento hacia Ralph. Sentía que su padre lo había pasado por alto y no le había dado nada significativo, mientras que a Ralph le daban todo en bandeja de plata.
Charlie respiró hondo, tratando de mantener la compostura mientras miraba a los ojos de Nina. Tenía que asegurarse de que ella creyera que era Ralph. Aclaró su garganta y habló en un tono bajo y seductor, imitando a su hermano lo mejor que pudo.
—Te extrañé, Nina —dijo, esperando que su voz fuera lo suficientemente convincente—. No pude dejar de pensar en ti todo el día, y simplemente tenía que venir a verte.
Los ojos de Nina se abrieron de sorpresa, y dio un paso atrás, mirándolo con sospecha.
—Ralph, estoy muy sorprendida de que estés aquí a esta hora de la noche.
Charlie asintió, manteniendo sus ojos fijos en los de ella.
—Simplemente tenía que verte, Nina. Te necesito.
La expresión de Nina se suavizó, y dio un paso más cerca de él.
—¿Qué pasa, Ralph? —preguntó, con preocupación en su rostro—. ¿Está todo bien?
—Claro. Solo tenía ganas de hacer el amor contigo —dijo Charlie, con voz baja y seductora—. No puedo dejar de pensar en ti.
—¿De verdad? —preguntó Nina mientras Charlie la acercaba a él con sus manos alrededor de su cintura.
Antes de que Nina pudiera decir algo más, Charlie le agarró la cara con sus dos manos, mirándola apasionadamente a los ojos. A Nina le resultaba difícil resistirse, aunque percibía el olor de su perfume. No era como el olor habitual de Ralph, pero creyó que Ralph debía haber cambiado de perfume. No parecía molestarle en ese momento, ya que estaba perdida en un mundo de pasión y deseo donde todo lo demás no parecía importar.
Charlie arrastró a Nina con estilo hacia el dormitorio, y a medida que avanzaba la noche, la química entre Charlie y Nina se intensificó, culminando en un beso apasionado.
