CAPÍTULO 8
El sol colgaba bajo en el cielo, bañando el pueblo con un cálido resplandor dorado. Era el día antes de la boda de Ralph y Nina, un día lleno de la promesa de un nuevo comienzo. La atmósfera en las casas de las familias Anderson y Smith estaba cargada de emoción y anticipación, el aire eléctrico con la promesa de amor y unidad.
En la casa de Ralph, la sala de estar estaba llena de risas y camaradería mientras sus amigos se reunían para su despedida de soltero. La habitación estaba adornada con decoraciones, serpentinas y la energía vibrante que solo una celebración podía traer. En medio de la alegre charla, la amplia sonrisa y los ojos brillantes de Ralph contaban la historia de un hombre al borde de un viaje que cambiaría su vida.
—¡Ralph, amigo, finalmente vas a dar el gran paso! —exclamó Mark, uno de los amigos más cercanos de Ralph, mientras chocaba su botella de cerveza contra la de Ralph.
Ralph rió con ganas, la alegría en su voz era contagiosa. —Así es, Mark. Mañana me convertiré en un hombre casado.
La habitación estalló en vítores y bromas amistosas mientras los amigos de Ralph levantaban sus botellas y ofrecían sus sinceras felicitaciones. A medida que avanzaba la noche, la conversación se desvió hacia las relaciones, el amor y el camino que les esperaba a Ralph y Nina.
—Oye, Ralph, cuéntanos, ¿estás emocionado por la noche de bodas? —uno de sus amigos lo molestó, moviendo las cejas sugestivamente.
Ralph sonrió, sus mejillas teñidas de un cálido rubor. —Por supuesto que sí. Pero, saben, tomé una decisión.
La habitación quedó en silencio, y la curiosidad en el aire era palpable mientras todos esperaban su respuesta. Ralph aclaró su garganta, su mirada firme mientras hablaba. —Decidí esperar hasta el día de nuestra boda.
Un coro de risas sorprendidas estalló, el sonido resonando en las paredes mientras los amigos de Ralph intercambiaban miradas incrédulas. —Espera, ¿hablas en serio? —preguntó uno de ellos, con una mezcla de incredulidad y diversión en su voz.
Ralph asintió, su expresión inquebrantable. —Absolutamente. Quiero que nuestro amor sea más que solo intimidad física. Quiero que se trate de conexión emocional y confianza. Además, mi chica es virgen.
La respuesta fue recibida con una mezcla de más risas resonantes, aplausos fingidos y bromas amistosas. —Hombre, debes estar bromeando. En estos tiempos, las vírgenes son como unicornios—todos hablan de ellas, pero ¿realmente existen?
Ralph rió junto a ellos, sin verse afectado por las bromas a su alrededor. —Bueno, puedo asegurarles que mi chica es uno de esos 'unicornios' —presumió.
Dave, uno de los amigos de Ralph, se rió, intercambiando una mirada con Mark antes de volver su atención a Ralph. —Bueno, Ralph, solo nos preguntábamos—¿cómo sabes si tu chica es buena en la cama?
Las cejas de Ralph se alzaron de sorpresa, la inesperada pregunta lo tomó desprevenido. —¿Qué? Yo... eso no es algo que necesiten discutir.
La habitación estalló en risas, la burla evidente en las expresiones divertidas de sus amigos. —Vamos, Ralph —intervino Mark—, estás a punto de casarte con una virgen. ¿Cómo sabes siquiera si es buena?
Las mejillas de Ralph se tornaron de un leve tono rosado, su incomodidad era evidente. Intercambió miradas con sus amigos, su voz una mezcla de humor y amonestación. —Chicos, en serio, no hablemos de esto.
Pero el tema parecía cobrar vida propia mientras sus amigos continuaban bromeando y burlándose de él. La atmósfera se volvió cada vez más ligera, con Ralph en el centro de las bromas amistosas.
Mientras tanto, la atmósfera en la casa de la familia de Nina era una mezcla de emoción y alegría, reflejando el amor y la anticipación que la rodeaban. Su despedida de soltera era una celebración de amistad y de los lazos que se habían tejido a lo largo de los años y que ahora se entrelazaban en el tejido de su próximo matrimonio.
Una música suave sonaba de fondo mientras las amigas de Nina se reunían a su alrededor, riendo, charlando y compartiendo historias. La sala de estar se había transformado en un acogedor refugio, adornado con decoraciones, flores y un sentido de unidad palpable en cada rincón. Las mujeres bailaban, intercambiaban brindis sinceros y celebraban el amor que las había unido.
El rostro de Nina se iluminaba de felicidad mientras giraba en la improvisada pista de baile, su risa se mezclaba con la música. Su corazón se llenaba de gratitud por las amistades que habían enriquecido su vida y por el próximo viaje que la esperaba.
Mientras la música seguía sonando y las risas continuaban, el teléfono de Nina vibró en la mesa de café. Se disculpó de la pista de baile y recogió su teléfono, su corazón acelerado al ver la identificación de la llamada. Charlie.
El nombre desencadenó una mezcla de emociones: curiosidad, incertidumbre y un toque de nostalgia.
