capitulo 3
Camino hasta la puerta, pero su cuerpo con rapidez tapa mi paso y no puedo salir de la oficina. Dios, ¿porque tenían que llamar en este preciso momento?, ¿qué voy hacer ahora?, intento huir de la mirada acusatoria de Ulises, pero jamás lo pude lograr, siempre conseguía que corriera la cara.
—¿Es mío? —tiemblo en mi lugar y niego rápido.
—No, pasaron años, pude rehacer mi vida, no es tuyo. Ahora te voy a pedir que te hagas a un lado, necesito irme —me observa y luego de unos segundos se aleja de la puerta sin decir nada.
Tomo eso como mi señal y salgo corriendo para llegar al asesor y apretar el botón, cuando las puertas se abren y entro en el me encuentro con su mirada que no deja de atosigarme, está sospechando, no me creyó nada de lo que le dije y eso me preocupa mucho.
Salgo de la oficina y subo en mi auto con miles de sensaciones recorriendo mi cuerpo, no sé qué pueda encontrar en la escuela de mi hijo, Arón jamás ha sido violento, así que esa llamada me tomo por sorpresa.
Cuando llego a la escuela camino rápido hasta la dirección donde me encuentro con mi hijo sentado afuera, su ropa está sucia y sus codos y brazos raspados, sin contar el morado que tiene en su rostro.
—Por Dios mi amor, ¿qué te paso? —digo levantando su rostro para que me mire. Sus ojitos se llenan de lágrimas y mi corazón duele.
—Lo siento, mami, yo no hice nada malo, solo me defendí —lo abrazo besando su cabello una y otra vez.
—No te preocupes, cariño, mama, solucionará eso —digo alejándolo para dejar un beso en su frente y caminar dentro de la oficina donde está la directora con un niño de la edad de mi hijo.
—Señora Nicolau gracias por venir —asiento tomando lugar al lado del niño.
—Quiero saber porque mi hijo esta todo golpeado —la directo observa al niño al lado y luego a mí.
—Le pido una disculpa por eso señora, Hoy nos enteramos que el Niño Arón estaba sufriendo de acosos por otros compañeros de su salón —rio sin poder creerlo.
—¿Y lo descubrieron cuando pasos a los golpes? —ella se queda en silencio —. Pensé que esta era una institución donde se cuidaba a el menor de edad. Pago mucho por la educación de mi hijo, no es posible que permitan este tipo de cosas.
—La entiendo, señora y le pido una disculpa, Eros esta aquí para pedir disculpas por su comportamiento —dice señalando a el niño de la edad de mi hijo que me observa con una mueca, pero puedo ver miedo en sus ojos.
—Es un niño de la edad de mi hijo, quien debería estar aquí es su padre o madre, ellos son los culpables del compartimento del niño.
—Mi mama no tiene tiempo, y mi tío como siempre lo olvido —sus palabras me producen pesar, ahora entiendo porque es así, busca llamar la atención de sus padres, algo que no consigue.
—Me gustaría poder tener una reunión con sus tutores —le digo a la directora.
—Claro que sí, señora, es lo que esperaba pasara ahora, pero al parecer al señor Antonio se le olvido —un escalofrío me recorre el cuerpo cuando escucho ese apellido, son pocas las personas que lo tiene en el país, no puede ser conciencia.
—¿Podría decirme como se llama tu mamá? —el niño me observa raro, pero luego rueda los ojos.
—Natalia Antonio —jadeo y me levanto de la silla con rapidez.
—Creo que lo mejor es que me lleve a mi hijo, no puedo seguir exponiéndolo.
—Pero señora, espere, podemos encontrar una solución —niego tomando mi bolso del piso que era el lugar donde lo deje cuando tome asiento.
—No es necesario, señora directora.
No espero más y salgo de la oficina para encontrarme con mi hijo, sus ojitos se encuentran con los míos y con rapidez lo tomo de la mano para llevarlo a la salida.
—Mami, ¿está todo bien? —asiento sonriendo.
—Si mi amor, pero no volverás a este colegio, te inscribiré en otro.
—Pero estamos a mitad de curso.
—Lo sé, pero no permitiré que esto vuelva a pasar, en otro lado estarás seguro —digo llegando al auto y haciendo que entre en él, justo en el momento en que una camioneta negra aparece en el lugar. Con rapidez entro en el auto y arranco porque se quién puede ser.
Las manos me tiemblan y no sé qué hare ahora que sé que mi hijo estuvo estudiando todo este tiempo con el hijo de la hermana de Ulises, pudieron descubrirlos, ¿cómo no me di cuenta?, no sé cómo me pude descuidar tanto, tantos años escomiéndome y ahora todo se descubrirá por mi descuido.
No puedo permitir que eso pase, tengo que irme de aquí ahora mismo, sé que Ulises no creyó lo que le dije, me buscara y me quitara a mi hijo. Entro en la casa con Arón a mi lado, mi madre jadee cuando lo ve golpeado.
—Por Dios, cariño, ¿qué sucedió?
—Un compañero de su clase lo golpeo, Arón estaba sufriendo de acosos y nadie lo vio, ni yo —digo, con la voz entrecortada.
—Mi amor, porque no vas a darte una ducha, subiré en un momento con galletas de chocolate y leche, ¿está bien? —asiente desapareciendo por las escaleras.
—¿Que pasa hija? —dice mi madre tomando mis manos entre las suyas.
—Fue el hijo de Natalia.
—¿El que lo golpeó? —asiento.
—Si, estuvo estudiando con el todo este tiempo, no sé cómo no me di cuenta.
—No es tu culpa, hija, estoy segura que jamás ha ido a el colegio de su hijo.
—No, al parecer el niño hace todo eso para llamar la atención de su madre y tío, ni siquiera aparecieron ahora en la rectoría, no puedo creer que Ulises se convirtiera en un hombre tan cruel y frio —digo sintiendo tristeza por esa pobre criatura.
—Su hermana siempre supo manipularlo, hija, no puedes hacer nada en contra de eso, ahora bebemos preocuparnos por Arón —asiento.
—Debo irme mama, él sabe que tengo un hijo —abre los ojos asustada, lo sé es una tragedia.
—¿Pero ¿cómo?, pensé que estabas teniendo cuidado.
—Y lo tenía, pero su oficina queda gusto a mi lado, escucho cuando estaba hablando por teléfono, intente evadir el tema, pero estoy segura que no me creyó.
—Dios, eso es terrible hija, ¿esta segura que debemos irnos? —niego sonriéndole.
—Tu no, sé que estas muy feliz con el restaurante y la case te encanta, no te voy a pedir que renuncies a eso por mí, me iré yo sola con Arón.
—Claro que no, yo iré con ustedes, el restaurante puedo manejarlo desde lejos, sabes que doña Petrona es una buena administradora, cuidará bien de mi bebe, ellos no me necesitan tu si —siento como mis ojos se llenan de lágrimas, me duele volver hacer que pierda todo por mí, por eso no quería que viniera, pero como le digo que no.
—Está bien, habla con Marco, dile todo, mientras yo hablaré con Arón —asiente besando mi frente.
—Él te ama hija, entenderá porque debemos irnos de nuevo.
Me alejo de ella para ir hasta la habitación de mi hijo, sé que no estará muy feliz con lo que tendré que decirle, el ama esta ciudad, y toda su vida ha estado huyendo. Entro en su habitación encontrándolo recién bañado, con un libro en su mano.
—Nos vamos, ¿cierto? —tomo asiento frente a él.
—Lo siento tanto, mi amor, quisiera que esto no siguiera pasando, pero no es así —el levanta la mirada del libro.
—Está bien, mamá, sé que papá nos podría lastimar —me tensiono sintiendo un miedo que recorre mi cuerpo.
—¿Qué?, ¿de qué hablas?
—Soy un niño grande mamá, escuche a mi tío y abuela hablar sobre mi padre, sé que no está muerto, no sé porque me mentiste, no entiendo mucho de esas cosas, pero si debemos irnos, está bien —Llevo las manos a mi boca para acallar mis sollozos.
—Lo siento mucho, no quería hacerlo…Es solo que las cosas con tu padre no estaban bien…Yo, no quería que te alejaran de mi lado —siento sus manos en mi rostro y con cuidado hace que lo mire.
—Está bien, yo no entiendo esto mamá, pero iré a donde tu vaya —sonrío besando su frente.
—Te amo hijo, todo lo hago por ti —el asiente —. Por favor alista tu maleta, nos iremos mañana a primera hora.
Mi noche no fue la mejor, tuve que enviar por correo mi carta de renuncia, estaba devastada, tenía que dejar de nuevo todo por él, por el miedo de que me alejara de mi lo que más amaba solo por un odio que no merecía.
Desperté a las siete de la mañana, Marcos tenía todo preparado para nosotros, viajaríamos a Estados Unidos, allá estaba su otra sede y yo me encargaría de esa mientras todo se calmaba y podíamos volver.
Bajo las escaleras con mi maleta después de pasar por la de mi hijo que seguía alistándose, sé que le dolía dejar esto, pero su amor por mí era tan grande que aceptaba todo. Llego a la cocina encontrándome con mi madre y hermano.
—Buenos días —digo llamando su atención. Los ojos de mi hermano se posan sobre mí y me sonríe.
—Hola enana, ¿esta lista? —asiento con una mueca en el rostro.
—No quiero irme, pero sé que es lo mejor —asiente.
—Prometo que solucionaré todo, sé que me escuchara, aún queda algo entre los dos —rio negando.
—El ya no es el chico que conocías, Marcos, es un hombre muy diferente.
—Pues no voy a darme por vencido si de tu paz y felicidad se trata —sonrio, es el mejor hermano.
Mi madre llega con nuestro desayuno y gusto en ese momento suena la puerta, todos nos observamos sorprendidos,no esperábamos visitas. Intento pararme para abrir, pero es mi hermano quien lo hace.
—¿Quien puede ser? —dice mamá haciendo que un mal presentimiento se apodere de mi. Me recuerda a siete años atras cuando todo este calvario empezo.
—No lo se, pero esto me trae malos recuerdos.
—No pienses asi, hija, no debe ser nada malo —asiento esperando que asi sea.
Cinco minutos después mi hermano aparece y su expresion no me gusta para nada, se nota enojado y tambien furioso, la persona que esta en alguna parte de la casa ocasiono eso.
—Martina, necesito que vengas a la sala conmigo.
—¿Para que? —digo sintiendo como mis manos tiemblan.
—Ulises esta aqui, y dice que no se ira hasta que hables con el —niego sollozando, lo sabia, el no me dejaría ir asi de facil, perderé a mi hijo, el me lo quitara.
Este es mi fin, el va a acabar conmigo, su odio por mi es tan fuerte que es capaz de lastimarme de la peor manera, cuando supo que tenia un hijo, se que entendió que ese ere mi punto débil, por el cual él atacaría.
Ulises siempre fue un estratega, por eso era el capitán del equipo de la universidad, era el mejor, como también es el mejor abogado de la nación. Estoy perdida, contra el no tengo escapatoria, ¿porque no me di cuenta de esto antes?




















