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La mano de Alpha Kenzo hacía que la mía pareciera diminuta, casi el doble de su tamaño, pero su agarre era increíblemente suave, como si estuviera sosteniendo algo frágil. Logré esbozar una sonrisa torpe y apreté su mano con más fuerza, tratando sutilmente de demostrar que no estaba hecha de porcela...

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