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Hadrian me cubrió de tiernos besos, cada uno ligero y deliberado. No intentaba encender la pasión, sino hacerme sentir querida, y en ese momento, lo sentí profundamente. Estábamos allí, desnudos y entrelazados, sin hacer nada más que acariciarnos suavemente. Las sonrisas permanecían en nuestros rost...

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