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Mi corazón latía implacablemente, mi mente aún tratando de juntar el torbellino de emociones que se había desatado en la cocina con Kenzo. No podía culparlo por la forma en que actuó. Para él, yo era su pareja, y sin saberlo había desencadenado algo primitivo en él. Lo que más me asustaba, sin embar...

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