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Kenzo finalmente me tranquilizó poniéndose un par de pantalones deportivos de su casillero de entrenamiento. Podía manejar que estuviera sin camisa, y no lo presioné para que se cubriera—al menos no hasta que tratáramos el corte desagradable que le había dejado en la nuca.

—Lo siento—murmuré por lo...

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