151

Me quedé congelada, mi mirada recorriendo el mar de gente arrodillada ante mí como si fuera una especie de ser divino. El peso de su reverencia me presionaba desde todos los lados, apretando mi pecho como un puño de hierro. Un nudo se formó en mi garganta y me volví hacia Kenzo. Estaba a unos pasos ...

Inicia sesión y continúa leyendo