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Hadrian chasqueó los dedos, y en un abrir y cerrar de ojos, dos sirvientes entraron en la sala llevando una enorme silla de madera. La colocaron ceremoniosamente en el centro de la habitación, su grandeza captando de inmediato la atención. Volviéndose hacia mí, Hadrian extendió su mano, su sonrisa c...

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