Un dolor agradable

—¿Qué—?—empezó a preguntar, su voz tensa y apenas audible. Pero antes de que pudiera terminar, coloqué mi mano suavemente sobre su boca, silenciándolo. No había necesidad de palabras, no ahora.

Tomando su mano con firmeza, lo conduje dentro de la mansión. El aire era más fresco, y las sombras parec...

Inicia sesión y continúa leyendo