49

En mi mente, había tejido con esmero un intrincado plan que podría cambiar el rumbo de mi vida, pero reconocía que para llevarlo a cabo necesitaba consejo y ayuda. En este mundo de incertidumbre, sólo confiaba plenamente en una única persona: Renata.

Sin prestar atención a la hora, elegí mis ropas ...

Inicia sesión y continúa leyendo