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CAPÍTULO 4

Tres horas después del incidente con George me encuentro en la bañera. Me siento agotada mentalmente… todo ha sido tan intenso en tan poco tiempo. George es mi mate y mis entrañas lo saben por eso me siento tan atraída por el, pero mi mente, mi parte racional me hace querer salir corriendo. El comportamiento de George es como el de un cazador y yo me siento como una pequeña presa. Es como si le tuviera miedo…

—Chelsea— llaman a la puerta.— Hermana, soy yo.

—Pasa— respondo sin ganas.

—Hermana, han venido a decirnos que la cena está lista.

—Angelica… George Jamz es mi mate.—Le digo mirando al techo.

—¿Qué?— pregunta alarmada. —¿Por eso nos quedamos?

—Si— respondo.— Todo está mal, todo está raro… mi cuerpo pide que me quede, pero mi mente me pide que me marche de este lugar.

—¿Por qué?

—No lo sé— miento, no quiero decirle a mi hermana menor que mi mate me provoca miedo. —Solo me siento así.

—Mamá alguna vez dijo que así se sienta encontrar a tu mate. Debe de ser normal que pienses así, tal vez todo se sienta mejor si lo conoces. Lo vi hace unas horas cuando estábamos en la cocina refrescándonos. Es bastante atractivo, parece amable y agradable.

—No lo conocemos Angelica.— George no fue amable cuando estuve con él en su despacho. Fue… no sé cómo catalogarlo.

—Chelsea, sal de la bañera vístete y vamos a cenar, si algo sale mal, nos vamos de inmediato.— Si es que nos deja ir, pienso.

Respiro hondo antes de salir de la habitación. Llevo puesto un vestido negro que me llega hasta las pantorrillas, es básico y fresco. Mis hermanos viene detrás de mí, sin ellos me sentiría débil.

—Buenas noches— saludo en voz alta a las personas que ya se encuentran en la mesa.

—Buenas noches— contestan al unísono. George es quien encabeza la mesa, está sentado mirándome con los brazos cruzados. Su expresión es de aburrimiento.

—Una disculpa por la tardanza.— Digo.

—Mucho gusto Chelsea.— Dice una mujer de mediana edad de cabello café y ojos verdes.

—El gusto es mío, señora.

—Es mi mamá Chelsea, se llama Regina, así que llámala por su nombre.— Frunzo el ceño, ¿está loco?

—No te preocupes, linda. Mi hijo es bastante formal, así que ignóralo. Pero por favor; tomen asiento, no se van a quedar toda la noche ahí.— Mis hermanos toman asiento junto a los hermanos de George haciendo que no haya un lugar para mí cerca de ellos, sino del hombre más complejo de toda la sala.

—Tu lugar está aquí.— Me señala.— Ya que estamos todos…— inicia sino esperar a que tome asiento.— Quiero presentar a Chelsea.— Me mira y sigue con su discurso. Yo camino hacia mi lugar esperando a que no me regañe más.— Es la futura alfa de la manada Luna negra. Mi madre y mi padre.— Señala con la mano. Ambos me sonríen y yo respondo el gesto. Creo que ellos no tiene la culpa de que su hijo sea tan difícil.

—¿Cómo está tu padre?— pregunta Andrew el padre de George.

—Está bien, contento de poder irse a descansar.

—Me sorprende que haya decidido dejarte el cargo a ti y no a tu hermano.— Admite apenado.

—Yo no estoy interesado — interviene Matt.— Mi hermana puede con eso, yo prefiero una vida normal de beta.— Le guiña un ojo a ¿Jane?

—En ese caso seguro que harás un buen trabajo dirigiendo a tu manada. Conozco a tu padre y espero que te haya enseñado sus conocimientos de estratega.

—Así es, desde que supo que su primer heredero era niña se empeñó en darme todas las lecciones posibles de cómo ser una buena alfa.

—Te ves pequeña, pero te recuerdo corriendo por ahí cuando visite alguna vez tu territorio.

—Gracias, tengo 23 años. —Respondo. La edad es un factor muy importante, hay casos en los que por motivos de fuerzas mayores los hijos pasan a ser alfas teniendo hasta 17 años. No está mal, pero los alfas tienen que asegurarse que su sucesor esté bien entrenado.

—No esperó mucho tu padre, pero si este fue el momento en que te convirtieras en alfa debe de ser por una buena razón.— Comenta por primera vez George.

—Mi padre confía en mí y en que todo saldré bien siendo yo alfa. — Explico mirándolo a los ojos.

—Van a servir la cena— avisa Regina.

Pasan unos minutos y nuestros platos están llenos de comida. No tengo apetito, pero estoy segura de que si no como George podría hacer un drama por ello. Así que a la par de toda la mesa, empiezo a comer. La cena se centra en la conversación de Matt y Jane mientras que yo me mantengo comiendo y asintiendo de vez en cuando.

—¿Más vino?— me pregunta en voz baja George. Miro mi copa, esta vacía. Asiento y me sirve más vino.

Su acción me hace mirar su copa, está vacía, pero no hay rastro de residuos de vino. Parece que ha estado tomando agua todo este rato, no me había percatado.

—¿Y tú?— pregunto.

—No bebo alcohol—responde y deja la botella en la mesa.— Me gustaría que antes de que te vayas a dormir me dediques un poco de tu tiempo.

Frunzo el ceño, creo que ese no era el trato o más bien ya ni siquiera recuerdo que es todo lo que pasó cuando llegué. Todo esto es tan intenso que pudiera ser un sueño.

—Estoy cansada— miento y mi corazón late desbocado.

—Estás mintiendo. Escucho como late tu corazón.— Susurra para que nadie más que yo pueda escuchar.

Espero que no le haya dicho a su familia que soy su mate, porque pienso salir huyendo mañana temprano.

—Está bien.— Respondo. Sedienta, tomo todo el líquido que sirvió en mi copa.

Hoy definitivamente fue un día largo.

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