Capítulo 8

La idea de que alguien más pudiera acercarse, pudiera intentar entenderla, me atormentaba. Ella era mía. Esa noche la había hecho mía. Y me aseguraría de que nadie más se acercara tanto. Aún no.

Mi mundo, el imperio Andreas, era una máquina brutal e implacable. Papá lo había construido sobre lealta...

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