Capítulo 38

Un apretón en su mano se intensificó y no sabía cómo había atado su mano al cabecero de la cama de bambú. Sonrió cuando vio que estaba aturdido por lo que había sucedido.

—¡Maldito seas, monstruo Michael! ¡Te demandaré porque—! ¡Lárgate de este lugar pestilente! ¡Pagarás por—! No continuó lo que qu...

Inicia sesión y continúa leyendo