Cincuenta y nueve

Capítulo treinta

¿Por qué había contestado el maldito teléfono? Me levanté tan rápido que casi tiro la silla.

—Eso no va a pasar —dije—. Y honestamente, Anna, por cómo suena todo esto, empiezo a sospechar que te quedaste embarazada a propósito. Que convenientemente olvidaste tomar tus pastillas, n...

Inicia sesión y continúa leyendo