Capítulo 22 22. Nada se queda en el bar.

Yo sostengo su mirada.

Ni un parpadeo.

Ni una retirada.

—O quizás —respondo, acercándome lo suficiente como para que nuestras bocas se rocen sin tocarse— ese día nunca llegue.

Luca sonríe contra mi cuello.

Damián baja la mirada a mi boca.

Y el mundo queda suspendido.

No hay cuerpo aún.

Pero ya hay f...

Inicia sesión y continúa leyendo