Capítulo 25 25. La ciudad late como si supiera algo.

No puedo concentrarme. Lo intento, al menos durante los primeros minutos de la mañana, mientras el café humea en la taza y mi escritorio se llena de documentos abiertos que requieren atención inmediata, pero algo en mi respiración va por otro ritmo, otro pulso, otra música que no está en la habitaci...

Inicia sesión y continúa leyendo