Capítulo veinte: ¿Salvar o castigar al bastardo traicionero?

Aya tenía la cabeza palpitante mientras yacía sola en el sucio suelo de las mazmorras. Todavía podía escuchar los pasos pesados de Carnen alejándose por el pasillo. El enorme patán no podría haber sorprendido ni a un sordo, mucho menos a un objetivo paranoico. Mientras que Aya podía deslizarse justo...

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