Capítulo cuarenta y dos: Un demonio en las sábanas

El ojo de buey de la cabina de Aya se abrió sin hacer ruido y la figura vestida de negro de Richal se coló por la abertura. Le costó mucho más que a Aya, ya que él medía casi dos metros y tenía el doble de su corpulencia, incluso sin su pesada armadura. Aun así, había sido entrenado por el Capitán E...

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