Capítulo 10 capitulo 10

Mía empujó la puerta de su casa con torpeza, aún con la sensación de fuego recorriéndole la piel. Apenas entró, se dejó caer en el sofá, respirando hondo como si acabara de correr una maratón.

Cami apareció enseguida desde la cocina, con el ceño fruncido y un vaso con agua en la mano.

—¡Dios, Mía! ...

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