Capítulo 38 41

El amanecer los envolvió con un resplandor frío, casi irreal. El bosque, que horas antes parecía devorado por la oscuridad, ahora respiraba con calma. Sin embargo, nada en ese silencio era natural. Los pájaros no cantaban, y el aire olía a hierro, como si la tierra misma recordara la sangre derramad...

Inicia sesión y continúa leyendo