Capítulo 111

Afortunada

Se acuesta en la cama con las piernas lo suficientemente abiertas para que yo me arrodille entre ellas. —Aquí, déjame poner una almohada para tus rodillas, Princesa— me dice con una voz suave como una caricia en mi piel. Nunca te imaginarías que un hombre como Nico Santangelo podría ser ...

Inicia sesión y continúa leyendo