Catorce

—Ella está justo frente a ti —digo con los dientes apretados, recordando la cara de Creed en el yate, su expresión aburrida, casi molesta, mientras Tristan quemaba el libro—. Puedes lanzarme lo que quieras. Puede que me doble, pero no me romperé.

En un instante, los largos dedos de Creed están en m...

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