233

Tristan se queda muy quieto, como si esa no fuera una pregunta que siquiera hubiera considerado remotamente que yo le haría. Se pasa los dedos por su sedoso cabello negro azabache, mirando por la ventana hacia la calle en lugar de a mi cara.

—¿Esa es tu pregunta? ¿No quieres preguntar sobre mi padr...

Inicia sesión y continúa leyendo