Capítulo 53

—¡Hadassah!

Las lágrimas arden detrás de mis ojos. —Hola, mamá. Mi voz se quiebra, las palabras caen en la fractura.

Se acerca tanto a la cámara que su rostro llena la pantalla del iMac, del mismo blanco brillante que las encimeras de mármol Calacatta. Un hombre sin rostro se encuentra fuera de cu...

Inicia sesión y continúa leyendo