La noche entera

El auto se desangraba por dentro.

Podía oler el metal caliente, aunque ya estaba lejos.

Muy lejos.

De él.

De su sombra.

De lo que acababa de hacer.

No miré atrás. No podía.

***Conduje sin pensar, sin rumbo. El aire helado no alcanzaba para arranca...

Inicia sesión y continúa leyendo