Nunca dijo hijo

***Mi casa “real” olía a humedad, cigarrillos viejos y desesperanza. Estaba en un rincón olvidado de Berlín, donde las zapatillas colgaban de los cables de electricidad como trofeos de guerra, y aunque caminaras con la cabeza gacha, igual te tocaba pelear. Si no lo hacías, te dejaban tirado por ...

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