El hijo de nadie

No sé cómo explicarlo, pero cuando escuché que esa misma tarde me enviarían de vuelta con Erika, sentí el pecho encogerse. Esa punzada en el centro del cuerpo me recordaba, con brutal claridad, que no pertenecía a nadie. Que no era parte de ninguna familia.

Ese era mi único recuerdo bueno. Lo repet...

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