Ruleta

Elisabeth Niedermann.

Eso fue hace tres días.

Ni siquiera tuvo la decencia de agradecerlo.

No es que tuviera ninguna razón para esperar que lo hiciera. Estaba hablando de Sam Brennan, una bestia ya conocida.

Aunque sabía que no me entregaría a las autoridades con una cinta de raso roja, tamp...

Inicia sesión y continúa leyendo