Capítulo 99

Sus ojos son pozos negros de malevolencia, pero mi rabia eclipsa su oscuridad.

—No tienes derecho a hablar, Francis— gruño, rodeándolo mientras él hace lo mismo conmigo. —Has deshonrado los lazos sagrados de una manada.

Él ríe, un sonido gutural que me irrita los nervios.

—Eres una perra que no sabe...

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