Capítulo 37 Desgracias

¡La puerta de la sala privada se abrió de una patada con un estruendo!

—¡Kieran! —la voz de Seraphina, temblando de miedo, rompió el ambiente.

—¡Elara! —la voz de Kieran era firme y autoritaria—. ¡Sácala de aquí! ¡Ahora!

¡Elara se puso en acción!

Agarró la muñeca de Seraphina, medio arrastrándol...

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