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ARIADNE

Por un momento no pude moverme. Mis piernas estaban arraigadas al suelo porque el mundo que acababa de escuchar era afilado y frío, cortando mis oídos como fragmentos de vidrio.

¿Veneno?

Tal vez estaba perdiendo la cabeza. Tenía que ser eso. Quizás mi mente seguía trastornada por el estré...

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