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MAGNUS

Una vez que la tensión en el aire se disipó un poco, me acerqué y me senté a su lado.

La silla crujió bajo mi peso, y el crujido fue demasiado fuerte para el silencio que había envuelto la habitación. Por un segundo, casi no quise mirarlo, porque una parte de mí ya sabía que la vista iba a ...

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