39

ARIADNE

—¡Muévanse, señoras!— El gruñido gutural del guardia llegó antes de que el clangor del metal resonara por la celda mientras arrastraba su porra por los barrotes de hierro, mirándonos a cada una como si fuéramos presas, esperando que alguien le diera una razón para usar ese cruel pedazo de h...

Inicia sesión y continúa leyendo