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ARIADNE

—¿Qué haces afuera? —pregunté, con el corazón aún latiendo fuerte mientras veía a los chicos escabullirse detrás de un edificio desde el rabillo del ojo.

Ella sonrió como si yo fuera la tonta por preguntar—. No tenías que hacer eso. Solo estaba ayudando a repartir volantes para los juegos ...

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